Dave Holland - Prime Directive (2000)

A sus 60 años largos de edad, Holland sigue en plena forma publicando periódicamente ejemplos de su sobrada capacidad. Unos de las obras más importantes de esta última etapa es “Prime Directive” (2000), un magnífico reflejo de lo excepcional que puede llegar a ser nuestro protagonista. Él, por si no os lo esperábais, está soberbio al contrabajo, pero lo que más impresiona de su música es el liderazgo con el que dirige el combo, la libertad que da a sus compañeros para interaccionar entre sí y la motivación que insufla a éstos desde su posición en la sección rítmica. Claro está, los músicos que le acompañan tampoco son mancos. Chris Potter está muy bien al saxo tenor y soprano, aunque no hace olvidar al antiguo compañero de fatigas de Holland, Steve Coleman, Robin Eubanks (típico ejemplo de músico infravaloradísimo) al trombón es uno de los más destacados, Steve Nelson, siempre elegante en la forma de contar historias con su vibráfono, y Billy Kilson sublime en la batería con esos ramalazos funk y Hip-Hop que, en ocasiones, deja entrever. Tanto talento individual se úne para formar un todo. Un todo perfeccionista que tiene tiempo para toda clase de matices. Así, maravillosas composiciones cercanas al M-Base (“Prime Directive”, “A Searching Spirit”, “Jugglers Parade”) se cruzarán con post-bop de nivel (“High Wire”) para darse la mano con preciosas interpretaciones (“Make Believe”) y acabar en temas cercanos a la música clásica (“Candlelight Vigil”).
Espero y deseo que Dave Holland siga repartiendo generosas dosis de su talento, como este “Prime Directive”, por muchos años. Sus últimos trabajos, aun sin tener ese componente innovador que tenían antaño, se cuentan entre los mejores ejemplos de jazz hecho en nuestros días. Holland siempre cumple. Esa es su máxima. Su nombre es sinónimo de calidad y su música ni os cuento. Eso sí, deberéis poner los cinco sentidos para empaparos bien de todo lo que ofrece. Además, si os pica la curiosidad, “Prime Directive” es una muy buena forma de quedar atrapado entre las cuerdas de su contrabajo. Allí os espero.