Nyr “Nyr” (2006)

Hace tan solo un año, este francés de padre indio y madre africana nos sorprendía con un trabajo que llegaría a transformarse a posteriori en uno de los mejores discos de 2006. En él, gracias a una elegancia innata residente en una voz con cierto halo a Stevie Wonder o Michael Jackson, capturaba la esencia del mejor soul con sabor europeo, y es que ¿Quién ha dicho que los blancos no saben cantar?

Nyr Raymond vivió la música negra en su casa desde pequeño pues su padre fue cantante y guitarrista durante las décadas de los sesenta y setenta. Esto le empujó a interesarse desde bien temprano por esta cultura lo que se tradujo en su ingreso en la escuela de música de Villeurbanne. Escuela que, al poco tiempo, se le quedó pequeña y abandonaría poco después en busca de la expansión de su desbordante talento hacia rumbos controlados por su propia voluntad. La búsqueda de la primera oportunidad dio con sus huesos en París donde comenzó a colaborar con importantes artistas de la escena francesa perfeccionando así su técnica, tanto a nivel vocal como a nivel compositivo. De esta forma entró en contacto con gente de renombre como el guitarrista y productor U-Nam, cuya colaboración con nuestro protagonista tuvo como resultado una perla en forma de canción, “My Inspiration”, que supone una de las más bellas composiciones realizadas en los últimos años. Pronto su música derribó fronteras llegando incluso a los más prestigiosos DJ’s del Reino Unido quienes comenzaron a pinchar sus primeros singles, “Call me” y “Ride wit u”, dándoles el prestigio y la repercusión que les faltó en su Francia natal. Gracias a esto, ambos se convirtieron en éxitos sonados en lo que sólo era el preámbulo de algunos de los tesoros que nos encontraríamos en su álbum debut.

De esta forma, Nyr veía la luz en 2006, gracias a la colaboración entre músicos y productores de nivel como Guillaume Poncelet, el bajista Jeremy Coke o la vocalista Crystal Night cuya labor está presente en varias composiciones y en los coros de “Destiny”, el corte bailable que sirve como prolegómeno de un album que, canción a canción, va poniendo sobre la mesa las credenciales de las que hace gala este gran vocalista. Sin poseer una potencia desbordadora, su voz se torna sedosa, elegante y suave con grandes paralelismos con Stevie Wonder o Marvin Gaye. Influencias estas que también se ponen de relieve en una instrumentación orgánica carente de todo signo de artificiosidad y unos coros que envuelven perfectamente a la voz principal. Así queda patente en temas como “Valentine” en la que la influencia de D’angelo es más que notable, la citada “Ride wit u” que demuestra una categoría sublime o la grandiosa “Magical breath” con un espectacular coro final poniendo el broche de oro a una de las mejores canciones del disco.

En resumidas cuentas, estamos ante uno de los descubrimientos más interesantes de los últimos años y un vocalista a seguir durante los siguientes pues se erige como uno de los principales adalides del soul contemporáneo hecho en nuestras latitudes. Sólo apto para paladares exigentes y exquisitos.

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