"Encuentro de continentes musicales" Fusión flamenco y jazz


Bajo el marco de las fiestas patronales de San Nicasio en la localidad matritense de Leganés, el ayuntamiento convocaba el pasado miércoles 10 de Octubre un espectáculo de fusión del flamenco y el jazz titulado "Encuentro de continentes musicales". La sorpresa fue mayúscula cuando ante los ojos de un reducido público que prácticamente abarrotaba el auditorio José Monleón del recién estrenado Centro Cívico José Saramago, aparecían en escena el guitarrista Santiago Reyes (en la foto) y el cantaor Alfonso Salmerón, acompañados ambos de sus respectivas bandas.

El primero nos deleitaba con un inicio jazzístico condicionado en buena parte por el frenetismo antinormativo del be-bop. El guitarrista argentino asentado en Madrid desde la década de los sesenta y precursor del género en nuestro país, hacía un repaso junto a batería, contrabajo y saxofón por temas como "Swing Spring" del maestro Miles Davis o la composición irlandesa anónima "Danny boy", definida por el propio Reyes como una de las melodías más bellas jamás creadas. En un alarde de genialidad, los cuatro componentes de la banda conducían al espectador (a los escasos espectadores que no buscabamos únicamente un show de flamenco) al éxtasis rítmico, a medio camino entre la lagrimilla en el párpado y el movimiento automático de pies.

Por su parte, Salmerón dió paso a un segundo acto de puro flamenco, con el acompañamiento de su hijo Óscar al cajón y Rafael Andújar a la guitarra. Un recorrido por una gran mayoría de los palos del género - desde los fandangos hasta las guajiras - a través de la voz rota del cantaor almeriense que arrancaba sistemáticamente la ovación del público con cada composición. Si bien, los problemas técnicos (cuestiones del directo) propiciaron momentos cómicos que Alfonso, y en buena medida una de sus palmeras, Raquel, solventaron con tremendo desparpajo andaluz, el concierto rozó por momentos la perfección, tanto a nivel musical, como en el apartado de danza, terreno en que ambas palmeras se defendían a las mil maravillas.

Terminado el repertorio de Salmerón, regresó a escena el cuarteto de Santiago Reyes para representar junto a los anteriores un amplio elenco de las tendencias actuales en lo que a fusión de ambos géneros se refiere. Tras un primer apartado un tanto simplón y descompasado entre ambas bandas, el experimento fue creciendo progresivamente para culminar como una brillante muestra de lucidez sonora y grandeza creativa. Y todo por el módico precio de cero euros; uno de los espectáculos más bonitos a los que un servidor ha tenido el privilegio de asistir.

Fotografía: 2006. José Miguel Sebastián para Tomajazz.

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