Rihanna - Good girl gone bad (2007)

Nada hacía preveer el éxito que ha acompañado a la joven barbadeña Rihanna desde la publicación de su disco debut escasos dos años atrás. "Music of the sun" daba rienda suelta a la expresión musical de una guapísima cantante con aspiraciones mediáticas, salpicada de manera anecdótica por el género nativo de su isla, el reggae. "A girl like me", segunda incursión discográfica que vio la luz el pasado verano, supuso un acercamiento meditado a un efímero sonido r&b de corte pop repleto de ataduras comerciales y guiños electrónicos.

"Good girl gone bad" elimina todo reducto que aún ligara a la cantante con su tierra natal para incidir de pleno en lo que hasta ahora había pretendido, ser una representante más del mercadeo pop plagado de bellezas sin más talento que una imagen establecida y una reducida capacidad vocal. Y es que las "chicas buenas se vuelven malas", en todos los aspectos. Si en anteriores trabajos, podíamos encontrar ligeras reverencias a un sonido de aceptable calidad, en este disco no hace sino confirmar que el r&b está de capa caída y nos sirve un repertorio absolutamente prescindible. El problema reside en que las discográficas insisten en comercializar esta escisión vacua del pop como r&b, consiguiendo no solo confundir a una audiencia adolescente ávida de representaciones superficiales, sino también ensuciar la imagen de un género con casi un siglo de antigüedad.

Salvo cuatro contadas excepciones, encabezadas de manera significativa por el single de adelanto del álbum, "Umbrella", y seguidas por "Hate that I love U", junto al omnipresente productor y vocalista Ne-yo, el medio tiempo de estética orgánica "Rehab", así como el corte que pondrá título a este nuevo trabajo de la princesa de ébano, estamos, sin lugar a dudas, ante uno de los elepés más flojos de la temporada. Todo parece cuestión de tránsito; confiemos en que con el próximo, que a juzgar por el ritmo actual no tardará más de un año en copar las estanterías de los grandes almacenes de medio mundo, Rihanna no de lugar a medias tintas y se centre en un pop melódico de calidad, que al fin y al cabo, es el género natural que le define como artista.

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