Amy Winehouse - Frank (2003)
Amy Winehouse se ha convertido en todo un fenómeno mediático, un icono pop que provoca reacciones contradictorias en el público. Ser cuestionada por sus graves trastornos alimenticios, sus coqueteos con las drogas y su aspecto desaliñado no supone más que una gran publicidad y el escaparate perfecto para que su nombre suene con más fuerza a medida que avanza la promoción de su nuevo disco, "Back to black", ahora centrada en Norteamérica. Que hablen de mi bien o mal pero que hablen.
A pesar de estar inmersa en esa espiral mediática de la que pocos salen bien parados, su carrera profesional no se ha visto perjudicada en absoluto. La diferencia radica en una calidad musical inherente a su persona, en la creación de un sonido propio basado en los clásicos del soul y una voz comparable a las grandes divas del género, lo que a su vez sugiere la dicotomía de haber defendido con éxito un producto comercializable que no se ajusta a los cánones de la industria.
El éxito de "Back to black" ya es irreversible y se acrecenta día a día. Lo que muy pocos saben aún es que Amy Winehouse publicó en 2003 su álbum debut, "Frank", un trabajo de moderado éxito que le valió un "Mercury Award" y el reconocimiento absoluto de la difícil crítica inglesa. Con mayor eclecticismo que su sucesor, desarrolla una correcta instrumentación jazz con ciertos toques del más cálido pop, todo ello bajo una base de fuerte contenido neo-soul. Bossanova, trip-hop, blues... no faltan referencias estilísticas ante tamaño desafío musical.
Desde la grandiosidad instrumental de "You sent me flying" y "I heard love is a blind" hasta la impresionante fusión estilística de "In my bed" y "October song", pasando por el clasicismo de "Take the box", "(there is) no greater love" o "Help yourself", Winehouse nos embarca en un delicioso viaje hacia los sentidos. Una colección de canciones a un altísimo nivel que conforman uno de los mejores discos "populares" de la presente década. Si disfrutó con "Back to black", no dude ni un segundo en escuchar el soberbio debut de la promesa londinense. Todo un placer al que cada vez más personas sucumben encantadas. Amy Winehouse, la irreverencia hecha música.